Un robot analiza la concentración de los alumnos y los estimula a aprender
A través de diferentes parámetros, como el uso del mouse y el teclado, se evalúa el nivel de atención del niño. Y con esa información el robot emite palabras o gestos de apoyo.
En una sala de clases, con una treintena de niños -o más-, no siempre es fácil saber si todos los alumnos están concentrados en la materia y los trabajos que se asignan. Ayudar al profesor en esta tarea es el objetivo de un proyecto desarrollado en España que utiliza robots como «tutores» que estimulan el aprendizaje.
«El objetivo principal de nuestro trabajo fue diseñar un sistema que pueda detectar el estado emocional de los niños de básica, interactuando con un software educativo y, a partir de ahí, realizar intervenciones pedagógicas con un robot», cuenta el investigador Luis Eduardo Imbernón, líder del proyecto que lleva a cabo en el Departamento de Inteligencia Artificial de la U. Nacional de Educación a Distancia (Uned), en Madrid.
Para ello desarrollaron un programa llamado Artie (siglas en inglés para Affective Robot Tutor Integrated Environment) que, mediante diferentes factores -como el uso del teclado o el mouse -, permite identificar el nivel de atención de un niño: concentrado, distraído o inactivo. Por ejemplo, «si no usa en absoluto el mouse o el teclado, puede significar que no está haciendo nada; si lo mueve muy rápido, es sospechoso (puede estar jugando)», explica Imbernón.
Esta información se vincula luego a un algoritmo que elige la forma correcta de intervención pedagógica. Ahí es donde entra el robot -se trata de Nao, un modelo humanoide programable-, el cual puede expresar palabras y gestos de estímulo, para favorecer el interés y la motivación en el estudiante.
«El robot interactúa con el alumno cuando es necesario. Hemos visto que los niños sienten una alta motivación cuando trabajan con el robot; se sienten menos presionados y los ayuda a resolver dudas», explica Imbernón. «Al principio, la novedad puede generar distracción, pero es solo cuestión de costumbre y luego pasar a ser parte de lo cotidiano».
Hasta ahora el proyecto ha sido probado en una escuela en Madrid y sus resultados iniciales fueron publicados en la revista Frontiers in Computational Neuroscience.
El próximo paso es implementar un sistema que permita detectar una gama más amplia de emociones en los estudiantes, a través del uso de cámaras y micrófonos. «La idea es analizar gestos del niño, su tono de voz y otros parámetros, para identificar su estado emocional, si está triste o alegre, por ejemplo, e intervenir a partir de eso».
Imbernón y su equipo enfatizan que esto no busca ser un sustituto del profesor, sino un complemento. «Consideramos que los robots tutores podrían tener un papel de apoyo efectivo en el salón de clases a nivel de escuela primaria, para ayudar a los niños a alcanzar sus objetivos específicos de aprendizaje».